miércoles, 10 de diciembre de 2014

Bosnia y Herzegovina - Welcome to Sarajevo.

Me dirijo a los lagos de Ramska, dirección Kojinc, en busca de la deseada Sarajevo. Aquellos parajes quedarán siempre guardados en mi memoria. Quizás, cuando me haga viejo, y cuente mis aventuras a mis nietos, consiga encender sus mechas, y hacerles sonar con estos lugares, igual que sueno yo. Hizo una bonita manana aquel día, aunque cierto es, que para mi bonita es ya cualquier manana en la que no llueva. Pude hacer buenas fotos, e incluso un local me invitó a café.











Continué hasta Orasahac, donde ya, por la lluvia y la noche, no pude avanzar más. En un garaje en construcción puse mi tienda, y bajo la atenta mirada de los locales, fui a buscar una cerveza. Son algo extranos en este pueblo, o quizá, sea yo el extrano. Un viejo seguía todos mis pasos. Al entrar en una tienda, un hombre blandía un cuchillo apuntando hacia mi. No me mates, solo quiero una cerveza, le dije. Aunque aquellos comportamientos no eran habituales, me tranquilicé cuando el viejo que me seguía se acercó a preguntarme de donde venía, y tras esto, con la mano en el corazón, se despidió.










A la manana siguiente lo tenía claro, hoy llegaría a Sarajevo, costase lo que costase. No crei que me fuera a llevar mucho tiempo, pero olvidé incluir en a ecuación el desnivel. Pronto, empecé a subir una terrible cuesta con más del 9% de inclinación, que me hizo perder los nervios al ver que aquello relentizaría mi llegada a la capital. Mi tarrito de la paciencia estaba agotado, y como otras veces me ha sucedido ya, cuando se acaba, estallo en un arrebato de colera. Estaba agotado, pero aún me quedaba que soportar.

Por el camino, me encontré en la cuneta, una bandera de Bosnia. No sé porqué, aquello me dio fuerzas, me recordó porque estaba allí, para ser como un bosnio. Así que me recargué de paciencia y me dispuse a entrar en Sarajevo. Solo tenía un poco de queso y mermelada para afrontar la recta final.

Sin duda, mi entrada a Sarajevo, iba a ser triunfal, como la de un guerrero, sucio, mojado, cansado, dolorido y que ha escapado por muy poco a la muerte. Esto último tiene su porqué, pues en una estúpida salida, que quedaba a la izquierda, y debido a el cansancio y la frustración acumulada, me metí imprudentemente. Solo pude ver por el rabillo del ojo, como unos faros se acercaban a toda leche hacia mi, y el pitido interminable de un coche. En esos momentos, solo pude cerrar los ojos, apretar los dientes, y seguir adelante, esperando que el conductor me esquivara.

Y así fue, como el aprendiz de guerrero, bajo una intensa lluvia, entró a Sarajevo. Allí una ducha caliente y una cama le esperaban.

Sarajevo es una ciudad muy interesante, y aunque no pude disfrutarla todo lo que me hubiera gustado, intenté aprovechar al máximo mi estancia y conocer un poco más sobre su historia.











Es una ciudad llena de cicatrices, aún se pueden ver en muchos de sus edificios, los impactos de bala y mortero. Los cementerios y tumbas, se pueden encontrar a la vuelta de cualquier esquina, pertenecientes a los fallecidos en el asedio a la ciudad que protagonizó el criminal de guerra Radovan Karadzic.












Y aunque las marcas de la guerra persisten, esta ciudad multiétnica, vive con optimismo y alegría el día a día. Pasear por sus calles puede ser una bonita experiencia, se siente la mezcla de culturas. Católicos, musulmanes y ortodoxos, conviven en ella en paz y armonía. El maravilloso casco antiguo de Bascharshija, donde vendedores de souvenirs, alfombras, café o cevapis, es de obligatoria visita. Perderse en sus rincones mientras suena la llamada a la oración en la mezquita, y las campanas suenan en la iglesia, es sorprendente. Y si os va la marcha, sabed que Sarajevo no tiene nada que envidiar a la movida madrilena.












Siento que me ha quedado mucho por descubrir, pero seguro volveré a esta increible ciudad, donde el auténtico poder se hace vigente, el de las culturas compartiendo un café, la calle, un banco, la vida. Les deseo prosperidad y que nunca nadie jamás vuelva a romper la paz en Sarajevo.









I love Sarajevo...

1 comentario:

  1. Ganas le tenemos a Sarajevo aunquecreoque nos pilla a desmano. Desde Croacia estamos aprendiendo tambien mucho sobre aquella guerra y sobre lo facil que es que una guerra estalle en cualquier lugar del mundo. Uno se da cuenta de lo parecidos que somos y de lo importante que debe ser vivir sin odio.

    Buena ruta!

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