lunes, 20 de octubre de 2014

Comunidad Valenciana - Los que se pelean se desean...

Después de ''Miedo y asco en la carretera'', y pasar dos días en ''Standby'' en casa de mi amigo, con la única preocupación de comer y dormir, Valencia me ha vuelto a reconquistar, he aquí el porque...



Hace 8 años, tendría yo unos 18, me bine a Valencia, solo fueron 3 meses, pero fueron suficientes para que esta ciudad revolucionara mi mente. Y ahora me encontraba de nuevo, paseando por las calles del Carmen, por el Río y por Benimaclet, contagiado por el arte, la cultura y la diversidad que desprenden sus calles.

Así que emprendí la marcha, de nuevo ilusionado, sin prisas y sobre todo sin miedo.

El día transcurrió bastante monótono, ya sea por la simplicidad de las vías, ó, por tener que readaptarme al viaje después de dos días de absoluta comodidad. Sólo los amiguetes valencianos, que aparecían por el camino, hacían el día más ameno.



Buena gente valenciana


La etapa consistió en avanzar todo lo posible, pero no lo tendría fácil. Estaba bastante cansado y hacía mucha calor, lo cual me llevó a perderme y hacer kilómetros de más, todo un clásico ya en mi aventura.

Llegué a Borriol, a última hora de la tarde, con las piernas temblonas y muchas ganas de acabar la jornada. Pero, su gasolinera no era apta para acampar, y como de costumbre, decidí arriesgar aunque la noche iba a caer sobre mí en breve. Aún así estaba decidido a llegar a La Pobla de Tornesa.

Menuda paliza me estaba dando, iba por una vía ciclista casi a oscuras, sudado y reventado a más no poder. El final de la misma me guardaba una última sorpresita, tres rampones que presentaban el 17% de inclinación. Imposible subirlas montado en la bici, así que a empujar, y aún así, me ardían las piernas.

Al final llegué de noche, pero me salió bien la jugada. Me encanta que los planes salgan bien.


Con esta cara empiezo el día.
Con esta voy acabando la etapa.
Con esa cara me duermo.

Al día siguiente todo va mucho mejor. Empiezo a ir por la auténtica vía augusta, estoy totalmente solo y me lo paso pipa por esas vías.




La caseta del majareta.
Aquí me lo paso pipa.
La del vía del agusto.



Y la gente valenciana me sigue encantando, con su hospitalidad y sus ganas auténticas de hablar. Una señora de una panadería me regaló un cuarto de queso rumano y dos tomates.

Me encanta como va transcurriendo la vía, es técnica y hay olivares milenarios, con extrañas formas retorcidas.



Así se me van a poner las piernas.



Llego a La Jana, pero decido arriesgar, para no variar, y continuar hasta el siguiente pueblo en busca de una gasolinera. Otra vez me pilla la noche, pero vuelvo a triunfar y encontrar la que será mi casa esta noche.

Con el cielo en llamas, me despido de mi querida Valencia, que me tiene enamorado, como aquella primera vez hace 8 años.



Arde Valencia.


¡¡¡Aupa Valencia!!!


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