lunes, 1 de diciembre de 2014

Bosnia y Herzegovina - Good Luck.

Para mí, hay una maravillosa locura en cruzar este país en invierno. Su gente consideran que es una locura, a secas. Pero admiran mi coraje y mi causa, la de ser como un bosnio, y ante todo, me desean buena suerte. Aunque yo entre líneas puedo leer ''En menuda te has metido chaval.''.

Tras arreglar mis asuntos en Livno, y decidir, por cabezonería pura, que iba a cruzar el país por el centro, a pesar de las lluvias y las bajas temperaturas, bla, bla, bla... Continué mi viaje con esa emoción e inquietud que tenía antes de entrar a Bosnia. Aquí, me siento más en el viaje que nunca, cuanto más duro y más salvaje, más calentito me pongo.

El pueblo bosnio se va descubriendo a mi poco a poco. Siempre interesado y comunicativo con el viajero, a pesar de que aún no he encontrado nadie que hable inglés, ni siquiera mejor que yo, y eso ya es difícil. Pero por poner un ejemplo, de lo bienintencionados que son, en un pequeno supermercado, donde fui a parar para recargar mis alforjas antes de encarar la etapa, estuve hablando casi una hora con el senor de la tienda, y eso que no tenía más de 6 palabras en su vocabulario de inglés. Aún así, me habló sobre las diferentes culturas que aquí se encuentran, sobre las lenguas que se hablan, sobre la guerra, e incluso me contó que Franco, Mussolini y Hitler solían ir por allí de marcha, o algo así. Yo les comprendo mejor que nadie y soy muy paciente con ellos, y en verdad aprecio sus ganas de hablar.

Aunque aquella etapa sería corta, el paisaje seguía siendo generoso. Es en este tipo de lugares, donde el alma echa a volar, y las vanidades del mundo moderno, desaparecen sin más. Siento que una parte de mí se quedará siempre aquí, y yo, me guardaré en mi bolsillo un pedacito de Bosnia, para tenerla siempre a mano, siempre que quiera desaparecer y saborear aquella dulce soledad, gritar sin ser escuchado.












La noche caea como un rayo aquel día, yo solo pude dar con una pequena escuela que aún tenía las luces encendidas. Dentro, una joven daba clases particulares a un nino, no dudé en llamar y preguntar si podía pasar allí la noche. Aunque la respuesta fue no, pues había que cerrar la escuela y no podía quedarme allí dentro, me dejó poner la tienda bajo el techo de la entrada, suficiente para mi. Despindiéndose, se volvió a oir el famoso ''Good luck.''.

Minutos después, aún cuando no habia empezado a montar la tienda, apareció una mujer y una muchacha. No hablaban nada de inglés, pero yo tenía la solución, y al parecer, ella también. Yo, una notita que había traducido en ''Google'', dice: ¿Puedo poner la tienda aquí? Por favor, ¡Gracias!. Ella, el traductor de Google... Ya véis, Google, conectando gente. Era una familia que se encargaba de la limpieza de la escuela, no me pusieron ningún problema. Al rato, volvió a aparecer la chica con otra traducción, decía: ¿Tienes hambre?. La respuesta la podéis imaginar, ¡Todo el día!. Luego, llegó la hermana pequena que hablaba un poquín de inglés, muy divertida. Y después, la comida; Una bolsa con un rico queso, otra con chicharrones de cerdo, otra con una especie de tortilla de patatas, otra con pan, y una botella de agua. Gente encantadora estos bosnios. Aquella noche cenaria especialmente bien y dormiría con los cantos musulmanes de la mezquita del pueblo.

Firmes, duros, infatigables, valientes... Pero tambien, generosos, tratables, sencillos, campechanos y de gran corazón. Así es el pueblo bosnio, y yo, seguiré luchando por parecerme a ellos.

''Good luck.''

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