viernes, 7 de noviembre de 2014

Italia - ¡Dámelo todo!

Al entrar en Italia no estaba muy emocionado, Francia había minado mis energías. Pero todo cambio nada más llegar, tan rápido como Maradona acababa con la... Bueno, con eso. Cuando entras en este país, te das cuenta en menos de un segundo donde estás. Todo adquiere ese toque distintivo que tiene Italia, las casas, la gente, la comida, el idioma...




Welcome to Italia.




De repente ya no tenía prisa por llegar a ninguna parte, volvía a disfrutar, quería verlo todo con detalle, escuchar a la gente hablar italiano, vivir ese bullicio y volver a sentir el jaleo en las calles. Italia y yo, hemos conectado a la perfección. Este país me mima demasiado, deliciosos manjares, calles con encanto en las que perderse, bellas ragazzas, precios como en Espana, hasta duchas de playa con agua caliente. ¿Qué ha sido del sufridor y del espartano?, ¡Pues que están de vacaciones en Italia!.

Todo va genial hasta el final del día, los problemas mecánicos continuan, la rueda se bambolea y está descentrada a causa del radio roto, roza con los frenos, no me queda otra que quitarlos. Tendré que llevarla al mecánico, pero estamos en fin de semana y es 1 de Noviembre. Pero la bici anda, así que yo también. Además, Italia me está ensennando a disfrutar más y no comerme la cabeza por los problemas.

Al día siguiente marcho felizmente, me acerco al supermercado a comprar comida, he pillado unos noquis de patatas que tienen que estar de miedo, y son pura energía. Esta noche me los zampo. La carretera es genial, va por barrancos, a mi derecha el mar mediterraneo, que luce como en ningún lugar, los pueblos son muy bonitos, dan ganas de pasear sin prisa por sus calles. Los italianos son simpaticos, me saludan ''¡Ciao!'', y aveces se oye un ''¡Ale, ale ,ale, Bravo!", y yo con orgullo contesto ''Grazie''. La verdad que me dan mucha fuerza esos comentarios.




Carreteras italianas.

Sus calles.



A las 12:30 me voy a la playa, la temperatura es agradable, me pongo el banador y me lanzo al mar a hacer snorkel, el agua es clarísima. Almuerzo allí mismo y me relajo tomando el sol, ¡Que vida de perro!. Al rato continuo, ya estoy en Savona, me quiero acercar a Genova antes de adentrarme en la Italia profunda, haré un poco de turismo por la ciudad. 



 
A vivirla.






Hoy he vuelto a acampar en la playa, es el mejor lugar, el sonido de las olas, la luz de la luna y los pescadores parloteando en italiano. Y como no, mis ansiados noquis de patata. La noche es perfecta, o casi, porque cuando estoy apunto de empezar a cocinar me doy cuenta de una cosa, mi preciada botella de 2l. llenita de agua hasta la boca no está, se me habrá caído. Adiós a la cena. Pero no me ha durado el cabreo ni un segundo, y os juro que llevo pensando en esos noquis todo el día. Pero como os decía, este país me está ensennando a disfrutar más y preocuparme menos.





Mis escondrijos.



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