jueves, 20 de noviembre de 2014

Italia - Lolas en las Dolomitas.

A partir de ahora llamaré a los dolores y a los problemas ''Lola'', así creo que les quitaré un poco de peso.



Estoy en Bassano de Grappa, es mi base para el asalto a las Dolomitas, una zona de montaña de las más bonitas de Italia, bueno va, la más bonita. Haré un recorrido por pistas ciclables antes de tirar a toda leche hacia Eslovenia.

Rapidamente, nada más entrar, ya estoy rodeado de imponentes acantilados. Voy pasando por pequeños pueblos, que con el otoño y la lluvia han adquirido un aspecto increíble, nunca he visto nada igual. Hay una extraña niebla que lo envuelve todo, son como nubes que se han escapado del cielo y campan a sus anchas por los montes, vistiéndolo todo de blanco.









Llego a Valstagna, allí doy con la ruta que me llevará alrededor de las Dolomitas. Está bien senalizada, no hay tráfico y la carretera está en buen estado. Me empieza a Lola la cabeza, y me va a durar todo el día, pero me da igual, no me voy a dejar que me ague la fiesta, para eso ya está la lluvia, que no para desde hace 5 días.




Valstagna





Me encanta el camino, es solitario, y todo el paisaje me invita a sacar la cámara y atesorar esos preciosos momentos. Puede que digan que el verano es la mejor época para visitar las Dolomitas, pero el ambiente que le da el otoño y estas extrañas nieblas, es es-pec-ta-cu-lar.

Llego a una parte de la ruta donde empieza una subida hacia una comuna, pero está cortada, dice que hay peligro de desprendimientos de tierra. Yo me lo creo, pero aún así decido ir por ahí. Vuelve el cabezota de turno, no se da la vuelta ni aunque se le caigan 20€. Tengo la adrenalina a mil, voy subiendo lo más rápido que puedo. Allí solo estoy yo, si algo pasa, no habrá testigos.




Cuidado, genio en las Dolomitas.




Una mala decisión, genera casi siempre, una mala situación. Y eso es lo que voy a comprobar a continuación. Voy bajando piñones, pues tengo las piernas cargadísimas de darle tan fuerte. Los bajo al mínimo, y cuando llego al último, llega el Lola... Vuelve a ocurrir lo mismo que en Mónaco, al estar la rueda descentrada y que bambolea, el último piñón queda demasiado cerca de los radios y se vuelve a enganchar. Esta vez no hay radio roto, pero el cambio trasero esta ''Kaput'', totalmente torcido, ni siquiera puedo mover la bici. Esta vez si que la has hecho buena, genio.

La culpa es mía, pues tiempo he tenido de arreglarlo. Estoy parado en el peor lugar posible, y nadie puede ayudarme. Bajo la lluvia y la desesperación, intento volver a darle forma al cambio y que la rueda pueda girar. Más o menos lo consigo, y voy empujando la bici. La cosa está jodida, porque si espero encontrar un mecánico en una comuna es que soy muy ingenuo.

Cuando llego al pueblo, en el que no hay nada, paro e intento arreglar un poco la cosa, a ver si consigo pedalear. El caso es que lo logro, y aunque todo el cambio va a saltar en mil pedazos en cualquier momento, ahí voy, en busca de un mecánico. Debo ser un poco idiota, porque disfruto de todos estos Lolas, y sigo haciendo fotos a este paisaje que me tiene loco.








Muy despacio y sin hacer ruído, llego a Asié, un pueblo algo más grande y con comercios. Allí entro en un bar y me tomo un café, pregunto a la señora si hay algún mecánico cerca, ella pregunta a los clientes. Uno de ellos, un señor muy amable, me dice que hay uno en Feltre, un pueblo a 15km. Me busca el número en las páginas amarillas, llama y pregunta si está abierto y si pueden arreglarme la bici ahora mismo. No solo eso, se ofrece a cargar todo mi equipaje y la bicicleta y llevarme hasta allí en coche.

Ya en el taller, el mecánico se pone en marcha. Intenta salvar el cambio trasero, pero resulta inútil. Hay que ponerle uno nuevo. En menos de una hora ya tengo a mi nena lista, me ha costado la broma 30€, otro palo al presupuesto. Pero que queréis que os diga, yo estoy la mar de contento de volver a pedalear como Dios manda.



Posando en el taller.



Al amanecer, como de costumbre, todo esta nublado, pero no llueve. Hasta que estoy apunto de salir, entonces empieza y ya no parará en casi todo el día. Pero bueno, resignación, paciencia y chubasquero.

Voy hacia el parque nacional, por allí hay una ruta que luego me devolverá a Feltre. Nada más llegar a la puerta del parque, empieza una subida bastante bestia hasta los 1000m. Tengo que ir haciendo zig-zags, es un trabajo lento y tedioso. Por si fuera poco, hay una espesa niebla que oculta todo el paisaje. Finalmente llego arriba y decido acabar cuanto antes, ir hacia Belluno y tirar para Eslovenia. Es una desgracia tener que dejar las Dolomitas así, pero es imposible disfrutarlas con este tiempo, además del peligro de los corrimientos de tierra.










Tiro hacia Belluno, y al final del día, por todo el esfuerzo, casi en vano, recibo el mejor premio, unos rayos de sol por la espalda y un arcoiris al frente. Lástima que ya se va a ir el sol, pero al menos al llegar a Belluno he vuelto a ver el cielo azul, lo necesitaba.








Pero a la mañana siguiente, recibo otro palo. El día esta gris, y sí, llueve. La tienda esta empapada y llena de babosas, hojas, barro y un extraño mosquito alargado. No quiero explotar ya de buena mañana, pero lo cierto es que estoy apunto.

Una vez está todo listo, comienzo, y me digo a mi mismo ''Aguanta, aguanta...''. Pero no duro ni 5km, estallo en un arrebato de ira y me pongo a gritarle al cielo, o a las nubes, o a la lluvia, la verdad es que no sé a que le grito, pero lo hago a pleno pulmón, y digo cosas que mejor no voy a poner aquí. Entonces paso por un cementerio, me lo tengo que tragar todo, no sé por qué, como si se fueran a escandalizar los muertos, en todo caso, se reiran de mi.

Más adelante empieza una bajada hasta Vittorio. Debería estar contento, pero soy tan genio que me he puesto los pantalones de montaña y están empapados, tengo tal cabreo que no soy capaz de pararme un minuto y cambiármelos por los impermeables. Las botas están igual. La lluvia no cae desde arriba, si no en diagonal, y por la velocidad y no llevar guardabarros, la rueda delantera me lanza agua directamente a la cara. Pero yo estoy imperturbable, los coches se quedan anonadados mirando la escena, pero en cuanto los miro de reojo giran la cabeza bruscamente para disimular.

Llego a Vittora y me siento mejor, me tomo un café y veo que Stefano de warmshowers ha aceptado mi petición. Y ya estoy harto de hablar de lluvia, así que tiro a toda leche a Cordovado.





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