viernes, 21 de noviembre de 2014

Italia - Warmshowers II + Arrivederci Italia.

Stefano y Federica son un matrimonio italiano que vive en Cordovado, un pequeño pueblo en la provincia de Pordenone. Ellos son los segundos anfitriones que han querido formar parte de mi viaje.

El es camionero, o era, porque según me comenta ya no le dejan ejercer como tal, y se le veía en la mirada que le encantaba salir a la carretera. Me gustó mucho la pasión con la que Stefano hablaba de sus viajes, su conciencia a la hora de tratar temas sociales, políticos y del medio ambiente. Coincido enteramente con su visión acerca de esta sociedad, de la hipocresía, las modas, las etiquetas, las tecnologías, y en definitiva todo aquello que nos esclaviza y nos pudre la mente.

Es un hombre inquieto con el que te apetece hablar largo y tendido, sin tabúes, sin recovecos. Según me hablaba, siempre con total franqueza, está cansado de la sociedad italiana, la corrupción y las mafias que controlan el país. Dice que el pais está separado, no existe la unión necesaria para combatir las injusticias que sufren. El gobierno tira las migajas y el italiano simplemente se encarga de recogerlas. También me cuenta que hay mucha ignorancia, que la gente esconde sus sentimientos y viven con orgullo y prejuicio, prefieren callar y resignarse que unirse y tenderse la mano unos a otros. Cada vez que alguien me habla de su país, yo pienso que solo es la misma mierda de un culo diferente.

Ellos son deportistas, Stefano practica Taichí, le gusta hacer viajes en bicicleta y hacer ski de fondo. Federica es más tranquila, y admite que eso de viajar en bicicleta no es lo suyo, y que prefiere una buena y relajante sesión de yoga. Stefano es todo un autodidacta, me deleitó con su mermelada de frambuesa, su crema de sésamo, menestra, y su exquisito pan con semillas. Eso sí, el pescado frito hay que mejorarlo, pero no te preocupes que cuando vengas a Cádiz te irás siendo todo un experto. Además me ensennó a preparar sushi, que es la primera vez que lo pruebo.








No olvidemos a Gonzo, el perro que rescató su hija, que además de ser tocayo mío, es andaluz! Creo que le encantan los visitantes que llegan a su casa en bicicleta, algo raro de ver en el mundo canino.







Me quedo con una bonita frase de Stefano dedicada a mi y a toda esa gente que rompe con los estándares establecidos: ''Necesitamos más gente como tú, gente capaz de cambiar el mundo.''.




Arrivederci Italia...



A la partida, un rayo de sol apareció, pero fue solo una broma pesada del cielo, pues poco después empezaría el chaparrón. Continué todo el día así, quería llegar a Trieste, y como me suele pasar cuando dejo atrás a un amigo, me llevo todo el camino absorto pensando en el. Algunos ya tienen mi cariño ganado, y otros, como los que estoy encontrado, se lo ganan rapidamente.

Por la noche, y bajo un intenso aguacero, llegé a Trieste, que será la última ciudad italiana que vea. Aun no he encontrado un sitio para dormir, y como ya es de noche y no va a oscurecer más, me paro en un bar a tomar una copa de vino. Me quedo fuera, en la terraza, y mientras la copa se va vaciando y las hojas caen de la nada, yo estoy allí sentado, cavilando con la mirada perdida, recordando todos los momentos vividos hasta ahora, toda la gente, los lugares, las experiencias, que se que jamás me abandonaran.

Se acaba la copa de vino y se acaba Italia...

...Arrivederci.

No hay comentarios:

Publicar un comentario