lunes, 1 de diciembre de 2014

Croacia - Caminito hacia los lagos de Plitvicki.

Uno de mis objetivos en Croacia, es visitar los lagos del parque natural ''Plitvicki Jezera''. Para mi, no hay nada comparable a las creaciones y disenos de la naturaleza. Es ahí donde más vivo me siento, donde el viaje y la aventura cobran todo su sentido.

Tras pasar la ciudad de Karlovac, el paisaje se volvía más natural y la carretera se iba adentrando en los bosques, los pueblos se volvían diminutos, apenas unas casas desperdigadas y algún bar. Por el camino me encontré un museo al aire libre de la guerra, que ponía los pelos de punta. Los tanques, ametralladoras, cazas y otros vehículos de guerra, posaban allí como un macabro recuerdo del horror y los malos tiempos por los que pasaron estos países. Creo que aún en sus corazones quedan rescoldos humeantes, que desean por fin ser apagados del todo.




Para tanque el mio.







Se me hacía de noche, tocaba ponerse con una de las tareas que más detesto, buscar un sitio para dormir. No me apetecía tirar la tienda en medio de la nada, admito que la noche croata me intimidaba un poco. Decidí probar suerte e intentar pedir en alguna casa que me dejaran poner la tienda en su jardín. En el primer intento, saludé a un hombre que hacía sus tareas en la granja. ''Bok'', le dije, no hablaba inglés, pero apareció su esposa, y ella si que hablaba decentemente. Le expliqué mi situación, pero la cosa no iba bien, creo que ella me hubiera dejado, pero fue su marido el que tuvo la última palabra.

La oscuridad cayó pronto sobre la Croacia profunda, me encontraba ya algo desesperado. Por la zona había muchos ''Sobe Zimmer'', que son casas de familias que ofrecen una habitación de alquiler a un precio asequible. No quería pagar , pero creo que lo habría hecho, si no fuera porque a las dos que fui, me dijeron que en invierno no daban ese servicio. No quedaba otra que continuar, y después de rodar en la oscuridad en varios países, no iba a dejar que Croacia me asustara. Pero deje la idea de los ''Sobe'' y volví con la primera, buscar la hospitalidad croata.

Más adelante, por una carretera oscura en la que nada había, di con una casita pequena y humilde que aún tenía las luces encendidas. Me lo pensé bastante, pues imaginaréis que ser un extranjero viajando en bicicleta, en un país extrano, e ir de noche a una casa extrana, e intentar explicar en el idioma de la mímica que quieres poner tu tienda allí, no es tarea fácil. El caso es que llamé a la puerta, y dos viejecitos asomaron por ella. Yo les intentaba explicar la movida lo mejor que podía, y ellos, muy simpáticos, al fin lo entendieron y aceptaron encantados. Mientras ponía la tienda, el hombre observaba curioso todos mi movimientos, y al rato, volvió a aparecer la senora con una humeante taza de té y unos dulces. Esa noche dormí especialmente calentito y con la panza llena. Por la manana, mientras recogía mis cosas, la mujer apareció de nuevo, ''Dobro yutro'', o buenas días, me dijo. Extendió sus manos hacia mi con otra taza de té y un surtido de galletas. Les hice esta foto y me despedí de ellos. Esta es la Croacia que deseaba ver, la que ningún turista y su dinero podrán saborear jamás.










Avancé durante todo el día, pasando por Slunj, un curioso pueblo que parecía estar flotando entre ríos y cascadas. A partir de aquí, los ''Sobes'' invandirán toda la carretera, decenas de ellos. Imagino que será una buena forma para los locales de ganar un dinero extra, y para los turistas de conseguir un alojamiento a buen precio. Pero a mi me cansaba ya, y aunque me sentía tentado, no estaba dispuesto a pagar por alojamiento hasta que fuera estrictamente necesario. Así que tiré la tienda a las puertas del parque, junto al rio Korana. Era un buen sitio, aunque no sé por qué, me preocupaba que pudiera haber osos... Yo por si acaso, saqué la comida y la colgué de un árbol, y ya que estabamos, crucé los dedos.










Por la manana seguía de una pieza, pero la idea de los osos me mantuvo alerta toda la noche. La mente es cruel aveces. Me lavé un poco en aquel río helado y marche hacia los lagos. No me sentía con muchas ganas ni fuerzas para pedalear. Pero la cosa cambiaría nada más entrar al parque.

Iba por la carretera principal, y a mi derecha, se apareció ese tipo de paisaje que fabrican mis suenos. Esa imagen, y la promesa de más, me dió el empuje que necesitaba para rodar aquel día. Pero, poco después, algo me desencajó, un autobús lleno de turistas asiáticos que hacían cola en lo que se preveía como la entrada oficial al parque. Lo cual, solo podía significar una cosa, pagar. Aquello estropearía toda la magia del momento, y no lo podía permitir.












Continué un poco más por la carretera principal, alejándome de la entrada. Entonces vi que había un sendero que bordeaba los acantilados. Estaba cortado, pero nada impediría que mi bici y yo pasaramos. Así que ya estaba dentro, lo había conseguido, y pronto estaba deleitándome con aquella maravilla natural a lomos de mi bicicleta. Ríos, cascadas, lagos y bosque me envolvían, mi cámara echaba humo y mi corazón gozaba gracias a lo que la naturaleza mejor sabe hacer, impresionarnos.













Adelanté a varios grupos de turistas que iban haciendo su tour guiado. Yo me hice el mío propio, en bici y gratuito. Pronto me perdí de aquel gentío y me adentré en el parque en solitario, recorriéndolo por idílicos senderos y caminos aslfaltados, todo para mi. Pero cuando ya había cruzado más de la mitad de Plitvicki, en dirección opuesta se acercaba un autobús turístico, este me lanzó las largas y me obligó a detenerme. ''Esto es un parque natural, está prohibido circular en bici aquí, y tienes que comprar un ticket.''. Que yo sepa mi bici, a día de hoy, no contamina nada, pero bueno. Me hicieron montar la bicicleta en el autobús y me devolvieron al principio, acabando así mi tour de las maravillas. Volví a la carretera principal y continué el viaje. No paraba de pensar en lo afortunado que había sido, y que pocos podrán decir que han visitado este parque en bici y sin pagar el dichoso ticket. Como véis, la cara dura del andaluz no es ninguna leyenda.






2 comentarios:

  1. Alucinante como siempre, como te apañas pa cargar la camara, movil y demas, llevas cargador de dinamo?

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    1. Gracias Alberto! No llevo nada, aprovecho cualqui situación para cagarlos, especialmente cuando paro a tomar un café o una cerveza.

      Saludos

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